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sábado, 27 de noviembre de 2010

ROLES

¿Por medio de los cuentos tradicionales educamos bien a los más pequeños?
El cuento preferido es el cuento fantástico, “el cuento de hadas”, suele ser el primer contacto de la infancia con la literatura, pero no se trata de un primer contacto inocente como puede parecer. Las investigaciones nos demuestran el marcado carácter sexista de sus contenidos y de los valores que transmite.
Es fácil de observar a simple vista. El cuento de hadas está estereotipado en los atributos de personajes femeninos y masculinos, las acciones y los rasgos emocionales que se les atribuyen:
·          Ellas siempre esperan, cosen, limpian, lloran
·         Ellos siempre luchan, salvan, rescatan, viajan…
·         El poder del personaje femenino mágico (el hada) radica precisamente en su magia otorgada por algo o por alguien.
·         El poder del personaje masculino mágico (el mago) radica en su sabiduría.
·         La maldad del personaje femenino radica en los celos y en la fealdad.
·         La maldad del personaje masculino radica en su poder (lobo) o en la avaricia (ladrón).
·         Finales que representan la forma más perfecta de existencia deseada: casarse con el príncipe o princesa y convertirse en rey o reina.
·         Las niñas y mujeres se describen como bonitas, dulces, delicadas, pobres, ingenuas, intelectualmente torpes, intuitivas, volubles…
·         Los hombres en general se describen por su valentía o cobardía, astucia, agresividad, eficacia y por sus trabajos o por sus situaciones de poder.
·         Y así podíamos añadir muchísimo más…
Entre todos estos estereotipos, el más usado y por lo tanto el más peligroso en la formación de la identidad de género, tanto del hombre como de la mujer, es la figura del príncipe azul. Es la figura del Kent para la Barbie, o el capitán para Pocahontas, que cuando las chicas llegan a la adolescencia asimilan al cantante, actor o deportista de moda, transformando esos elementos  mágicos de príncipe azul en elementos reales que pude ver en un compañero o un amigo. Un compañero cuya conducta ella podrá cambiar, porque con un beso  provocamos la metamorfosis del feo y asqueroso sapo en el valiente y protector príncipe. Sólo tenemos que amarlo, entregarnos por completo…el amor lo pude todo…
Por el contrario, el príncipe tiene que conquistar, ser valiente, decidido y osado… debe mantener esa conquista “a toda costa”. Por desgracia con este tipo de cuentos se les enseña a los niños a conquistar, y a considerar la conquista como un valor asociado a la hombría: cuantas más conquistas más hombre es. Como consecuencia  se creerán más valorados, tanto por los otros hombres como por las mujeres, ya que una característica de un príncipe azul es ser deseado por el resto de las mujeres.
Es decir, no podemos enseñar a los niños que las brujas son malas, que una buena princesa es cariñosa, sumisa, hermosa o que el príncipe es un héroe valiente. Lo que estamos haciendo es perpetuar los roles clásicos al hombre y a la mujer y eso es lo que aprenden nuestros hijos. Debemos educar en igualdad, y por supuesto eliminar todos aquellos estereotipos en los recursos educativos que se utilizan en la enseñanza, como es en este caso los cuentos.
¿No pueden existir princesas feas, que luchan y son valientes? ¿O príncipes  feos, cobardes, no violentos y que cosen y hacen las laboras del hogar?  Estoy en contra de utilizar los típicos cuentos machistas y estereotipados en la enseñanza de los menores, porque es importante trabajar desde pequeños  la igualdad entre el hombre y la mujer.




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